
Sin embargo, la masonería actual insiste en derribar ese mito: “Una vez un youtuber me preguntó: ‘¿Por qué laburan de noche? Pasás caminando de día y no hay nadie’. A lo que respondí: Porque de día estamos todos trabajando”, contó con gracia Pablo Lázaro, Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, en diálogo con elDiarioAR.
Lejos de perseguir un halo de secretismo, la Sede Central está ubicada en Perón 1242, Capital Federal, y la logia es fácilmente contactable por redes sociales, número de teléfono o su página web oficial.
A pesar de que la masonería fue un espacio tradicionalmente exclusivo para hombres, las mujeres masonas luchan por su inclusión. Muchos no saben de la existencia de una logia femenina. Según detalló a este medio María Elena Castillo, Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de Argentina, “hay más de 4.000 mujeres iniciadas en el marco de la Gran Logia Femenina, pero hay muchas más en el espectro de la participación en otros espacios institucionales, como son las grandes logias mixtas”.

Si bien la masonería pregona los valores de la pluralidad de voces e ideas, la inclusión y reconocimiento de las mujeres masonas es aún hoy un debate abierto en el mundo.
Cuánto influye la masonería en la formación de políticas públicas o decisiones del Gobierno de turno, actualmente libertario, es difícil de medir. Sin embargo, Castillo describió su vínculo con el Estado: “Para ser franca, nos reconocen menos que a la masonería masculina. No nos registran tanto, no nos consultan. Nuestra vocación es poder ser una organización de la sociedad civil con injerencia y participación en la búsqueda de políticas públicas y de acuerdos que trascienden los gobiernos”.
La masonería siempre se planteó como un espacio progresista que hoy le toca atravesar el Gobierno de La Libertad Avanza y sus políticas liberales en lo económico y restrictivas en lo que a derechos sociales respecta: ¿Cómo convive la masonería con las nuevas reglas de juego político? ¿Qué temas de agenda manejan las logias argentinas? Y, sobre todo, ¿cuánto influyen en la actualidad?
Influencia masónica en la actualidad
El arribo de La Libertad Avanza al poder reconfiguró el tablero político y, con él, los desafíos de una institución que durante siglos se autodefinió como promotora de consensos. Al respecto de este tema, Pablo Lázaro instó a desmitificar que la influencia de la masonería es “poner jueces y políticos a dedo”.
“No tenemos diálogo directo con este Gobierno, pero hay masones en todos los partidos, incluso en el oficialismo. Nuestro rol no es partidario, sino fomentar el debate plural”, explicó Lázaro. Sin embargo, admitió que temas como la educación pública, el cambio climático y los derechos humanos hoy chocan con la agenda de Milei.
“Estamos súper preocupados por este contexto, no solo por Argentina sino por el mundo. Porque esto es una antinomia permanente que no solo ocurre acá”, indicó el Gran Maestre, haciendo referencia a un “mundo polarizado” que se guía por el “hartazgo” y vota sólo “en contra de”. “Hoy hay muchos espacios, como el de Donald Trump, que no ganaron ellos, sino que perdieron los demás”, adujo.
La influencia masona en el espectro público es parte de lo que Lázaro define como “soft power”: es decir, no tener una influencia directa, sino indirecta: “Hay masones en los tres poderes del Estado y masones apartidarios, que tienen su empresa o su trabajo, como choferes o panaderos. Y los masones siempre apoyan a otros masones, más allá de su espacio político, porque saben que son personas honestas, por lo que indirectamente siempre hay una influencia”.

Esta premisa explica uno de los grandes misterios de la historia argentina: cómo Alfredo Palacios logró convertirse en el primer diputado socialista de América, en 1904, en una época dominada por el conservadurismo: el secreto estuvo en la masonería. Muchos de los legisladores conservadores que lo votaron eran, en realidad, hermanos masones. Al reconocer en Palacios a un miembro de la orden —que anteponía los lazos fraternales a las diferencias ideológicas—, decidieron apoyarlo. Este episodio revela cómo, más allá de las disputas partidarias, las redes masónicas operaban como un factor invisible pero decisivo en la construcción de poder.
Pero mientras las logias masculinas continúan ocupando el centro de la escena institucional, las mujeres masonas enfrentan un doble desafío: disputar reconocimiento dentro del mundo masónico y también hacia afuera, en su relación con el Estado y la sociedad civil. “Nosotras encontramos una discordancia o una falta de cadencia entre las decisiones de un gobierno que colinda bastante poco con la libertad y el respeto a la igualdad, especialmente, vemos un desconocimiento palmario al trabajo de las mujeres y de algunos grupos sociales”, apuntó Castillo.
Género y poder
Aunque la masonería se define como un espacio de construcción filosófica basado en los principios de igualdad, libertad y fraternidad, hacia adentro de la institución los debates en torno al género todavía siguen abiertos. La división entre logias masculinas y femeninas es una muestra concreta: funcionan por separado, no se reconocen mutuamente como iguales y no comparten espacios rituales. Esta separación, arraigada en tradiciones centenarias, limita la posibilidad de construir una masonería verdaderamente plural en términos de representación de género.
La Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, presidida por Lázaro, forma parte de la llamada masonería regular, que responde a los criterios establecidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Uno de esos criterios es que solo reconoce como masones regulares a varones, y no acepta ni a logias mixtas ni femeninas. Por lo tanto, aunque existen algunas instancias de diálogo y colaboración en causas comunes, no hay un reconocimiento formal ni igualdad jerárquica con las otras logias.
“Trabajamos en conjunto el 99% de los temas, compartimos sedes, estamos creando una universidad en conjunto -el Instituto Laico de Estudios Contemporáneos-, hacemos actividades filantrópicas, entre otras cosas. Pero pertenecemos a confederaciones diferentes”, explicó Lázaro al respecto. “Somos la misma organización pero con CUIT distinto”, bromeó.
Del otro lado, la Gran Logia Femenina de Argentina nuclea a más de 4.000 mujeres iniciadas y se vincula con obediencias internacionales más inclusivas que sí reconocen logias femeninas y mixtas.

era obligatorio escribir no sé qué cosa en lenguaje inclusivo, yo mismo me calenté. Digo: ‘¿Por qué obligatorio?’”. Para él, esta sensación de imposición generó rechazo en muchos, y provocó un péndulo “hacia el otro extremo”. “Había cosas muy buenas que se usaban mal, como el INADI. Si me preguntás a mí, no hubiera cerrado el INADI; hubiera cambiado absolutamente sus objetivos. Porque las cosas hay que repararlas, no destruirlas”, expresó.
EN/FG/DTC
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